Frente a la imagen combativa e insurreccional del campesino sin tierra del sur español, durante la Restauración se iba a codificar un contramodelo del Pequeño propietario del norte atlántico, de corte pacífico, conservador y conformista. Contribuyó a ello todo un conjunto de investigaciones jurídicas, históricas o folclóricas, además de una literatura donde la obra de Palacio Valdés destaca por muchas razones. La imagen de la Asturias retratada por este autor- coincidente con otras similares del País Vasco, Santander o Galicia- obedecía en parte a una realidad donde subsistía la pequeña propiedad o ciertas tradiciones interpretadas como «patriarcales», y en donde además la mercantilización de productos como los ganaderos habían permitido capitalizar las explotaciones agrarias haciéndolas viables y más rentables. Esa imagen «patriarcal» del campo, sin embargo, era una entera falsificación, lo que es más el campesino, pese u que siguió recurriendo en ocasiones a formas comunitarias o de acción colectiva de aspecto atrasado y tradicional, las usaba para defenderse y reubicarse en un mundo crecientemente penetrado por unas relaciones de producción capitalistas que generaban nuevos conflictos en torno u la propiedad de la tierra, o a la mercantilización de algunos productos agrícolas o ganaderos
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