Comer es una necesidad primaria. Para sobrevivir el ser humano tiene que nutrirse. A pesar de esto, los alimentos no sólo se componen de nutrientes, sino también de significaciones, no cumplen únicamente una función fisiológica, sino social y no se digieren de forma exclusiva mediante procesos orgánicos internos, sino a través de representaciones que le vienen de fuera y que han estado generadas por el entorno cultural. Al introducirse un alimento en la boca, por muy sencilla que parezca la acción, el individuo pone en marcha procesos menos sencillos y de diferente orden. Unos son ecológicos, psicológicos, económicos o culturales. Todos ellos, estrechamente vinculados, constituyen los condicionantes del comportamiento alimentario humano.
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