El patrimonio creado por y para la guerra puede ser una buena herramienta para intentar explicar los conflictos bélicos que lo generaron. Esta idea está presente en el auge de nuevas iniciativas museísticas en torno a conjuntos poliorcéticos (murallas, fortificaciones, ciudadelas), pero, en contraste con esta situación, existe un tipo singular de patrimonio bélico que está desprotegido y olvidado: los campos de batalla.
El presente artículo es un estudio de los problemas y las características de este tipo de patrimonio, tan importante y, a la vez, tan aparentemente intangible. Se muestra que para interpretar y musealizar correctamente un campo de batalla, es necesario estudiarlo en profundidad, aplicando en el proceso nuevos métodos arqueológicos y tecnológicos. Finalmente, se presenta el potencial de los campos de batalla como referente académico, didáctico y turístico en cuanto a patrimonio único e irrepetible.
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