Como aquí el tiempo, a la manera de Shakespeare, está fuera de quicio (y el espacio también), estoy con Cela en su chalé de Somontes con Pichi y Chispa, los dos "boxers" de una época anterior, caprichosos, sentimentales y de color canela, tan queridos por el escritor. Y tan soberanamente -a cuerpo de rey- tratados: "más vale ser perro de Cela que alcalde de pueblo", se decía.
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