Una presunta delación de Kundera en la Checoslovaquia comunista, los textos fascistas del joven Cioran o el trabajo de Cela como censor para el franquismo son ejemplos notorios de autores perseguidos por un pasado sospechoso. Más inquietante resulta el caso de quienes, tras ocultar un pasado oscuro, operan como si fueran los adalides morales de la civilización, como ha ocurrido, durante décadas con el Nobel Günter Grass. Francisco García Marquina, biógrafo y amigo precisamente del último Nobel español, lo analiza.
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