La disputa por la propiedad de los distintos montes de pastos de la Sierra del Barradal ha sido una constante a lo largo de los siglos; no así los conflictos por su aprovechamiento, que en usufructo, mediante arrendamientos, siempre fue realizada por los mismos. Con la titularidad en manos de los poderosos, pertenencia y utilización de los pastos coincidirán, finalmente, como consecuencia del proceso desamortizador. En uno de los casos, por venta, y su paso a terrenos particulares, y en el resto, por exceptuación como "montes parroquiales". Relación entre propiedad y explotación que se alterará, en este último supuesto, por la aparición del municipio, dotado de personalidad jurídica, que suplantará al común de los vecinos, a la entidad parroquial.
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