Este artículo trata sobre miradas y paisajes de zonas periféricas, y en particular de la periferia urbana industrial de Buenos Aires, en Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (193l) de Roberto Arlt. Lo que intenta señalar nuestro trabajo es, por un lado, la literaturización de lugares feos, incoherentes y antiestéticos y, por otro, la significación que estos espacios obtienen en el proceso narrativo. La transición topológica del personaje hacia las afueras de la ciudad se combina con tentativas de escaparse de la «vida puerca», en el sentido de la abolición de los valores morales y legales establecidos que culmina con la actividad delictuosa y conspirativa, el invento y la mentira. El paisaje se presenta como un elemento complejo cuyo papel no es solamente decorativo
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