Considerados en principio inmunes a la crisis actual, Asia, América Latina y África ya están afectados. Las instituciones financieras internacionales deben hacer frente a un doble reto: por un lado, dar respuesta a economías hasta hace poco caracterizadas por su dinamismo y salud, y ahora en una situación de gravedad inusitada; por otro, evitar que estalle una verdadera crisis de desarrollo para los países emergentes y menos favorecidos. Del éxito o fracaso en esta doble tarea dependerá el mundo que emerja tras la crisis. Reformar y fortalecer el Fondo Monetario Internacional y la banca multilateral deben estar entre las prioridades del G-20.
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