Puede que los europeos hayan gastado miles de millones de euros en la reconstrucción de Afganistán y hayan contribuido a la misión de la OTAN con casi el mismo número de tropas que EE UU, pero no han sido capaces de ponerse de acuerdo sobre lo que se pretende conseguir. Reforzar el ejército, adiestrar y equipar a la policía, asesorar en una posible descentralización del poder y en las negociaciones con la insurgencia y emprender una diplomacia activa en la región son algunas de las áreas clave para una verdadera estrategia europea en Afganistán.
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