El gobierno necesita nuevas ideas comunicacionales para mejorar su capacidad de convocatoria y proyección en el tiempo. Su gestión se ha caracterizado por la difusión de numerosas iniciativas abstractas, imprecisiones y contradicciones que le restan credibilidad, mientras que el exceso de campañas y mensajes ha saturado a la población. Menos palabras y más hechos constituyen la clave de una posible renovación, así como retomar el diálogo con la sociedad y ubicarse en la perspectiva del pueblo.
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