La política energética española se articula teniendo en cuenta la relación necesaria entre la seguridad, la eficiencia y calidad de suministro, el desarrollo de un mercado competitivo y la sostenibilidad medioambiental. Las energías renovables constituyen elementos esenciales de la política energética, porque contribuyen a mejorar el grado de autoabastecimiento y ayudan a reducir el impacto asociado al consumo de energía. Por ello, desde las Administraciones Públicas se apoya el desarrollo de la industria solar fotovoltaica, ampliando los objetivos fijados para el año 2020.
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