Desde los años cuarenta la democracia no ha parado de extenderse por todo el Planeta. A pesar de que su fuerza de atracción parece imparable y de que en los años venideros continuará su expansión, subsisten dificultades y riesgos que tienen que ver con el desarrollo de los propios países democráticos, en los que crecen las insatisfacciones, los desentendimientos hacia lo público y los desapegos por la política. Todo ello puede debilitar el sistema democrático, pudiendo llegar a vaciarlo de contenidos y de capacidad de ejecución.
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