Este artículo analiza si la regulación y el capital social se relacionan como factores sustitutivos o complementarios, y considera que ambas posibilidades pueden darse a lo largo del tiempo. El papel de la confianza se vinculan a la existencia de incertidumbre y, por ello, el capital social es un activo frágil. Apostar en exceso por la autorregulación es arriesgado si se ignora que la confianza puede ser destruida rápidamente. Debido a la complejidad de las redes sociales a través de las cuales se generaliza y difunde la confianza en las sociedades desarrolladas, la quiebra del capital social que acompaña las crisis resulta más peligrosa cuando los mecanismos de supervisión y control formales son débiles o inadecuados. Los sistemas financieros desregulados tienen un gran potencial desestabilizador de la confianza general si carecen de mecanismos para acotar el daño que pueden producir durante los episodios de crisis, al afectar a redes de confianza cruciales para el funcionamiento de las economías avanzadas.
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