La situación de crisis económica global que se vive, con preocupación, en estos momentos se describe con palabras como: desconfianza, irresponsabilidad, fraude, corrupción, ambición, valores éticos, inversión, etc.
Palabras todas ellas de marcado perfil ético, palabra que, a su vez, nos evoca prejuicios y distancias respecto al mundo económico y empresarial.
Recuperar la confianza en el sistema y en los agentes del sistema pasa por una revalorización de actitudes morales y un reencuentro con lo que muchos consideran, todavía, un mundo extraño. ¿Es posible ese encuentro con una ética que no sea «antigua» y sirva para educar profesionales capaces de asumir la responsabilidad con honradez y convencimiento? La ética necesita un ambiente cultural y una sensibilidad que le permita arraigar y crecer en la tarea bonita de vivir juntos.
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