En los años finales del siglo XIX la figura del intelectual vio la luz pública. Para analizar las causas estructurales que llevaron a su surgimiento nos hemos fijado en su papel nacionalizador. Limitándonos al caso español y comparando los primeros intelectuales en el sentido moderno de la palabra con sus inmediatos antecesores, se pone de manifiesto que utilizaron un concepto muy diferente de la nación y de su papel frente a ella. En vez de verla como una comunidad política o económica, los primeros intelectuales interpretaron la nación como una comunidad cultural y se perfilaron a si mismos como sus guías espirituales. El análisis del caso español nos facilita una revisión de la interpretación generalmente aceptada del caso francés, poniendo en duda a la figura de Zola como el primer intelectual.
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