Tenida en la actualidad como anónima, y atribuida a Gaspar de Crayer en documentos de principios del siglo XX, la pintura de la Colegiata de Nivelles es comparable en composición, modelos, factura y sentido del color con otras obras de Peter Thijs. El pintor recurre, como fue su costumbre, a Van Dyck, a la vez que se distancia de las representaciones más frecuentes de este episodio de la vida de Santo Domingo, cuyo fervor creció en Amberes por impulso de dominicos y jesuitas en la primera mitad del siglo XVII.
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