La acción del Estado en el caso del ferrocarril italiano durante el siglo XX se concreta principalmente en el proceso de nacionalización desarrollado a partir de 1905. Más adelante, la Primera Guerra Mundial supuso un reforzamiento considerable del servicio ferroviario, que el fascismo cuida muchísimo introduciendo numerosas innovaciones, entre ellas las líneas rápidas y la electrificación. Después de la Segunda Guerra Mundial, el servicio ferroviario sufre un acusado deterioro por el progresivo abandono por parte del Estado, que favorece el tráfico motorizado. Desde la última década del siglo XX y los primeros años del XXI, la política ferroviaria italiana converge con la de otros países de la Unión Europea. En este contexto, se desarrollan o aparecen nuevos enfoques, como los de contemplar la necesidad de un desarrollo económico con respeto al medio ambiente y ahorro energético, además de una transformación equilibrada del territorio.
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