Las reformas institucionales que desde 1860 liberalizaron el acceso a los recursos marinos y mejoraron la oferta y la movilidad de los factores productivos en el sector, sentaron las condiciones previas a su modernización. Las oportunidades reales llegarían poco después, de la mano de la integración de la economía asturiana en el mercado nacional y de la expansión de la demanda ultramarina de conservas de pescado. La respuesta no se hizo esperar, plasmándose en la motorización de la flota de bajura o artesanal, así como en la creación de empresas industriales de nueva planta en las pesquerías de gran altura. Documentar y analizar tales procesos de cambio es el objetivo que justifica este artículo.
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