Pasaron ciento cincuenta años y sucesivos proyectos fallidos hasta que El Cid tuvo en Burgos, en 1955, un gran monumento ecuestre, acompañado de un cortejo de ocho estatuas de personajes relevantes de su biografía, colocadas sobre el puente de San Pablo, principal acceso a la ciudad. El primero había sido erigido por el gobierno militar francés en 1809, en forma de túmulo funerario, en el paseo del Espolón.
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