En Maiorca, en los años de la Restauración, se realizaron distintas formas de coexistencia entre el método electoral controlado por los caciques y las asociaciones democráticas activas en el marco cultural, de mutua asistencia y sindical. Hasta después de la introducción del sufragio universal masculino en 1891, los electores fueron fuertemente condicionados por las clásicas formas de corrupción, chantajes, favoritismos o auténtica fraude, sobre todo en ocasión de las elecciones para las Cortes. Al mismo tiempo y especialmente en las zonas urbanas y entre las clases más bajas, surgieron varias estructuras que ignoraban o contrastaban el caciquismo y utilizaban distintas formas de expresión, desde la prensa hasta el teatro
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