La Educación en Medios de Comunicación (EMC) viene empleando con éxito la propuesta de los «conceptos clave» (key concepts) como herramienta para el análisis de los medios desde su formulación teórica en los años 80. Esta propuesta de conceptos clave ha variado con el tiempo y en su propia naturaleza está su adaptabilidad a las condiciones particulares de uso. En todo caso, como regla general podemos hablar de cuatro grandes conceptos clave que correctamente articulados nos son útiles para el análisis de dentro un programa de EMC: Producción, Lenguajes, Representación y Audiencias. El análisis combinado desde esta cuatro perspectivas �a la vez que nos ayuda a superar las divisiones entre propuestas de análisis monofocales de las escuelas teóricas clásicas� nos permite tener un conocimiento amplio sobre nuestro objeto de estudio, un paso necesario (aunque no exclusivo) para una formación crítica de los telespectadores.
De estos cuatro conceptos clave, el más olvidado en nuestra sociedad a la hora de valorar los productos mediáticos parece ser la Producción (este concepto incluye cuestiones como las prácticas y condiciones de los profesionales, las dinámicas de la industria, los objetivos de los productores, la participación y el acceso de la audiencia en los procesos de producción, etc.). Así, se suele valorar a los programas televisivos por sus contenidos, los valores que promueven, los recursos empleados, los supuestos efectos sobre la audiencia, etc., pero normalmente no se tienen en cuenta las condiciones en que han sido producidos. Igual que movimientos como el Comercio Justo promueven tener en cuenta cómo se han elaborado los productos que consumimos, la EMC debería hacer lo propio con los productos mediáticos. Cada producto que consumimos supone apoyar un tipo u otro de modelo de producción. Para tomar esta decisión de manera consciente y razonada, el telespectador tendría que tener a su alcance la información necesaria, algo que debería ser exigible a los productores en una sociedad verdaderamente democrática, y para lo cual es necesario de momento la colaboración de aquellos profesionales más comprometidos.
Desde esta perspectiva, en este texto se realiza como estudio de caso un análisis de los llamados «géneros de simulación de realidad» �que incluyen reality-shows, talk-shows y programas del corazón, principalmente�, uno de los géneros con más presencia en nuestras televisiones y por tanto más consumidos por la audiencia. Sin dejar de lado el resto de conceptos clave que permiten tener una visión global, se hace hincapié en las condiciones de producción de este tipo de programas, marcadas en gran parte, como se verá, por la racionalidad mercantil y la deshumanización que ésta produce.
La Educación en Medios de Comunicación (EMC) viene empleando con éxito la propuesta de los «conceptos clave» (key concepts) como herramienta para el análisis de los medios desde su formulación teórica en los años 80. Esta propuesta de conceptos clave ha variado con el tiempo y en su propia naturaleza está su adaptabilidad a las condiciones particulares de uso. En todo caso, como regla general podemos hablar de cuatro grandes conceptos clave que correctamente articulados nos son útiles para el análisis de dentro un programa de EMC: Producción, Lenguajes, Representación y Audiencias. El análisis combinado desde esta cuatro perspectivas �a la vez que nos ayuda a superar las divisiones entre propuestas de análisis monofocales de las escuelas teóricas clásicas� nos permite tener un conocimiento amplio sobre nuestro objeto de estudio, un paso necesario (aunque no exclusivo) para una formación crítica de los telespectadores.
De estos cuatro conceptos clave, el más olvidado en nuestra sociedad a la hora de valorar los productos mediáticos parece ser la Producción (este concepto incluye cuestiones como las prácticas y condiciones de los profesionales, las dinámicas de la industria, los objetivos de los productores, la participación y el acceso de la audiencia en los procesos de producción, etc.). Así, se suele valorar a los programas televisivos por sus contenidos, los valores que promueven, los recursos empleados, los supuestos efectos sobre la audiencia, etc., pero normalmente no se tienen en cuenta las condiciones en que han sido producidos. Igual que movimientos como el Comercio Justo promueven tener en cuenta cómo se han elaborado los productos que consumimos, la EMC debería hacer lo propio con los productos mediáticos. Cada producto que consumimos supone apoyar un tipo u otro de modelo de producción. Para tomar esta decisión de manera consciente y razonada, el telespectador tendría que tener a su alcance la información necesaria, algo que debería ser exigible a los productores en una sociedad verdaderamente democrática, y para lo cual es necesario de momento la colaboración de aquellos profesionales más comprometidos.
Desde esta perspectiva, en este texto se realiza como estudio de caso un análisis de los llamados «géneros de simulación de realidad» �que incluyen reality-shows, talk-shows y programas del corazón, principalmente�, uno de los géneros con más presencia en nuestras televisiones y por tanto más consumidos por la audiencia. Sin dejar de lado el resto de conceptos clave que permiten tener una visión global, se hace hincapié en las condiciones de producción de este tipo de programas, marcadas en gran parte, como se verá, por la racionalidad mercantil y la deshumanización que ésta produce
In order to develop the viewers� critical thinking we must analyze the media and our viewing habits. Media Education uses the model of key concepts. We can talk about four main key concepts: Production, Language, Audiences and Representations. Among them, the Production is commonly the less studied, it should, however, play a key role on our program choices. As a case study, this paper aims to apply this model of analysis to what we call «simulation of reality genres», one of the most popular and polemical television genre.
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