Leer es un acto ideológico, mucho más complejo de lo que los medios de comunicación y la Academia pretenden hacernos pensar; y los textos, resultado de múltiples �apropiaciones�. Ser conscientes de ambos hechos: de cuántas de esas decisiones que nos han llevado a leer lo que leemos, son �realmente� nuestras; y de cuál ha sido exactamente la secuencia de �apropiaciones� que ha articulado �finalmente� �aquello que leemos�, nos es capital, especialmente si deseamos ser protagonistas de la experiencia y del acto mismo de leer, y no nos resignamos a ser arrastrados, acaso adonde nunca querríamos llegar, o que, en el mejor de los casos, a que la experiencia de leer resulte irrelevante o frustrada. Leer por leer, mirar un cuadro por mirarlo o escuchar a Wagner por escucharlo, no sólo no nos hace mejores, sino que pueden incluso hacernos peores de lo que somos. Leer no tiene propiedades intrínsecamente maravillosas, es cómo leemos y por qué leemos lo que hace al acto de leer productivo o pernicioso.
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