El presente artículo se interesa por las reflexiones de un grupo indígena de Colombia sobre su propia historicidad. Se describe y analiza el modo en que los ette de las llanuras del río Ariguaní, también conocidos como "chimilas", han ordenado y dotado de sentido su experiencia histórica. Para este pueblo el devenir es a un mismo tiempo cíclico y lineal. La idea de un principio y un fin de la historia se complementa con aquélla que establece que el trayecto de uno a otro punto se realiza por medio de ciclos de destrucción y regeneración. Esta serie de nociones, por lo demás, tiene implicaciones significativas sobre las modalidades de acción y conciencia que adoptan los miembros del grupo y sobre la capacidad que se le concede al género humano para incidir en el curso de los acontecimientos.
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