La labor de los jueces y magistrados es objeto de especial atención en los momentos actuales. El juez se debe a la ley, es el llamado a restablecer el orden cuando el mismo es desconocido o vulnerado. No es aplicador mecánico de un sistema. Está atento a múltiples incidencias o factores que atemperan la normalidad de la regla legal a las circunstancias coexistentes. La templanza, la moderación, la ecuanimidad, son cualidades inseparables del buen juez. Los jueces saben, llegado el momento y fieles a un irrefrenable impulso vocacional, sustraerse a cualquier cerco humano y sentimental para, a solas con su conciencia, llevar a término la sublime encomienda de aplicar la ley y juzgar acerca de la conducta de sus semejantes.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados