Casi encadenando rodaje con rodaje, Clint Eastwood ha lanzado una obra, al menos en apariencia, mucho menos ambiciosa que su anterior El intercambio. Sin embargo, que el director haya asumido el papel protagonista de Gran Torino no es baladí, ya que tras las prototípicas figuras genéricas de su guión, Eastwood trenza una reflexión muy personal, y sobre todo llena de melancolía, sobre la senectud.
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