Durante la segunda mitad del siglo XIX se celebran en Europa y América innumerables exposiciones etnológicas, coloniales y universales que materializan ante los visitantes la condición inferior y salvaje de las gentes colonizadas. Siguiendo de forma parcial esos modelos, se organiza en Madrid la Exposición de Filipinas de 1887. El objetivo del autor es presentar de forma global esa efervescencia expositiva y analizar la singularidad ideológica del evento madrileño.
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