Reconocer que la agricultura convencional genera diversos problemas ambientales les ha costado a muchas personas e instituciones, pero desde el Cumbre de Río de 1992, son muy pocas las personas que lo niegan. Parece, por tanto, que por fin estamos todos/as de acuerdo en que tenemos problemas con nuestros métodos convencionales de producción agro-alimentaria, problemas que, en el campo agro-ambiental, varían desde la erosión del suelo, la contaminación del agua, la erosión agro-genética, la pérdida de diversidad paisajística, florística y faunística hasta el derroche energético, etc.
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