En esta reflexión quisiera aludir no sólo a esa mencionada dificultad de evaluación, para subrayarla de nuevo sino aludir también a una hipocresía generalizada, que va cristalizando rápida y peligrosamente, con lo que el riesgo de su institucionalización fósil se incrementa por momentos. Me refiero al hecho de que, en nuestro país y en los países de nuestro entorno cultural, se está cumpliendo burocráticamente la ley de educación, pues la práctica real en las aulas, una vez más, ha vuelto a burlar los papeles que pretendían normarla. Se trata, sencillamente, de que se da la paradoja institucional de que los valores no valen. En efecto, en ese cruce de transversalidad axiológica y evaluación educativa, saben de sobra los altos cargos del Ministerio de Educación en todos los países, saben los profesores, los padres y, lo que es más demoledor desde el punto de vista pedagógico, saben de sobra los estudiantes de todos los niveles del sistema educativo que, ante la reforma legal educativa (que introduce esta transversalidad en la educación) sólo había que repetir curso, por causa del inglés, la física, la matemática, la historia, etc..
"¿ Es que hay alguien tan ingenuo que piense que, a raíz de la nueva ley de educación, alguien va a tener que repetir curso, o va a obtener baja calificación en la nota de la selectividad para el ingreso a la universidad, por cruel, por injusto, por falso, por vulgar, por irresponsable, etc.?".
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados