La crisis financiera en la que estamos inmersos es una perturbación de importancia histórica. La alarma está siendo grande, las intervenciones públicas contundentes, y el coste de la crisis elevadísimo para el contribuyente. Es lógico esperar que se intente reducir la excesiva propensión al riesgo de las finanzas actuales accionando tres palancas: 1) regulación y supervisión más estricta y extendida a todas las instituciones financieras; 2) disminución de su capacidad de endeudamiento, 3) desconfianza hacia los posibles efectos desestabilizadores de la ingeniería financiera sofisticada.
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