Resumen de Ecos antijudíos en literatura aragonesa de la época de Fernando el Católico
Por mucho que se haya discutido en qué radica la diferencia entre historia y literatura, no resulta oneroso distinguirlas al primer vistazo. ¿No trata la historia, cuya fuente es el documento, de interpretar hechos confirmados, y por el contrario la literatura, cuya fuente es la imaginación, de dar a las creaciones ficticias el necesario y suficiente peso de entidad que las haga parecer factuales? Si el mundo de la historia se centra en lo sucedido, el de la literatura se ceba de lo irreal, versosímil o no según el nivel de objetividad o de fantasía que el escritor sea capaz de alcanzar. Pero tan manida distinción parece hacer agua tanto en la literatura más actual, frecuentemente orientada a reescribir la historia desde su propia destrucción, cuanto en ciertos modos de escribirla que, por prurito antipositivista, más tienen de ensayo literario de libre fantasía que de fidelidad a la letra y al espíritu del documento fontal y delimitador. Ello no obstante, todo indica que, al margen de veleidades experimentalistas tan propias de las corrientes llamadas post-modernistas, y como expuse en otra ocasión con cierta amplitud, se impone mantener con claridad y por respeto al lector el límite tradicional, a fin de que el conflicto entre historia y literatura no estalle en obras llenas de confusiones sin sentido.
