Desde que el ser humano hace doce mil años empezará a cultivar higos, distintos cereales, legumbres y posteriormente fuera domesticando otras especies del reino vegetal, siempre ha intentado luchar contra las enfermedades ocasionadas por los organismos aplicando varias técnicas con más o menos éxito. A pesar de que se han utilizado gran cantidad de agroquímicos y pesticidas, gran parte de las enfermedades, hoy en el siglo XXI, todavía no se han podido controlar. Los hongos constituyen el grupo de patógenos más importante en España y en el mundo. A pesar de esto, todos los aspectos que envuelven a estos organismos no son negativos ya que muchos de ellos se han aplicado con éxito para luchar contra enfermedades ocasionadas incluso por especies del mismo reino. Su futuro como agentes de control biológico es prometedor aunque presentan ciertas ventajas y desventajas frente a la forma tradicional de combatir las enfermedades producidas por los distintos patógenos, los productos químicos. Como antagonistas ejercen distintos mecanismos de acción como son la antibiosis, competencia por distintos factores bióticos y abióticos, pueden actuar como micoparásitos, inducir resistencia en las plantas y otras estrategias. En la estricta legislación europea existente actualmente están registrados cinco productos formulados, uno a base de una bacteria y cuatro a base de hongos de los cuales tres actúan como micofungicidas. Se espera que en un futuro las directivas comunitarias europeas respecto al registro de estos productos puedan cambiar y ser más flexibles como sucede en otros países como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.
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