La política económica española necesita un serio replanteamiento, más urgente aún con la entrada en vigor del Mercado Unico Europeo. Una vez reconocido el agotamiento de la instrumentación monetaria empleada de modo exclusivo, debe impulsarse la utilización de medidas presupuestarias y de política de rentas. En cualquier caso, las políticas fiscales y salariales introducidas serán más fáciles de aplicar si se logra el mayor acuerdo posible entre los distintos agentes políticos y sociales, distribuyéndose así adecuadamente los costes económicos y sociales derivados de la nueva situación económica y posibilitándose la aparición de unas estructuras sectoriales más competitivas.
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