El pensamiento político de Mario Briceño Iragorry está atravesado por profundas pinceladas utópicas. Su preocupación por alertar las trampas de la historia y las manipulaciones de la política, le llevaron a proponer un antidiscurso desde la sensibilidad como código ético y el pasado colonial a razón de "tradición natural" para construir los nuevos tiempos y los grandes horizontes. En Mensaje sin destino es cuestionada la historia contextualizada como "liturgia de efemérides". Antepone una historia "cierta" surgida de la heredad cultural del ancestro europeo y único parangón para superar la crisis donde nos han sumido los hombres con "responsabilidades públicas". Don Mario fustiga la desmemoria y el olvido como causantes de la muerte de la nacionalidad y los extravíos de la sensibilidad nacional.
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