El artículo examina un momento peculiar de la obra de Luis de Pablo, y en particular Zurezko Olerkia, desde la perspectiva de sus relaciones teóricas y de sensibilidad con la generación de vanguardia coetánea de Luis de Pablo, cuyas figuras más importantes son Jorge Oteiza, Eduardo Chillida y Agustín Ibarrola. Esta generación aparece preocupada por producir un arte moderno vasco inserto en las corrientes universales pero marcadamente identitario. Se resume este proyecto como la tensión entre cosmopolitismo y vasquismo. La conclusión es que la obra de Luis de Pablo, además de sus valores musicales inherentes, también toca de modo fértil esa tensión histórica, contribuyendo a una mejor comprensión de su naturaleza.
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