El llamado movimiento de la reconceptualización significó en la trayectoria histórica del trabajo social un salto tanto cuantitativo como cualitativo. Desde nuestros días podemos decir que propició las bases para consolidar al Trabajo Social como disciplina científica independiente, así como para que los profesionales ejercieran su rol profesional desde otras bases teóricas y metodológicas. No obstante, la realidad actual, siempre imbricada en la esencia del trabajo social, puede hacernos reflexionar hasta que punto sería necesaria una segunda reconceptualización.
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