Libre de la presión del legitimismo, primero confesional y luego laico según el modelo de la Action Française, los católicos inauguran en el rl primer tercio del siglo XX una forma de presencia nueva. Eso exigía una organización nueva: un partido que creara electores, no oficinas electorales. El elector debe llegar a ser un ciudadano capaz de entender las situaciones sociales, económicas y políticas y pronunciarse ante ellas. Esa tarea era una parte de la educación moral en una sociedad democrática. Era, al mismo tiempo, una opción para que la Iglesia jamás abandonara la libertad alcanzada al independizarse del poder y al reconocer la libertad política de los católicos.
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