En el año 1613, doña Leonor de Tejeda y Miraval, asistida por el obispo del Tucumán don Fernando de Trejo y Sanabria y los padres de la Compañía de Jesús, fundaba en Córdoba un monasterio para hijas y nietas de conquistadores. Para poder cumplir con sus objetivos fundamentales �la clausura y las cargas espirituales� doña Leonor dotó sobradamente con sus bienes a la nueva fundación. De ese modo, el monasterio se transformó rápidamente en una activa unidad de intercambios y de crédito. Sin embargo, las dificultades estructurales de la economía local en la segunda mitad del siglo XVII afectaron significativamente la estructura y la identidad de la comunidad monástica.
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