El trabajo intenta penetrar en esa realidad difusa de la felicidad en relación con el síndrome de Down. Muestra cómo, ante sus propias dificultades y a las que tienen que enfrentarse, las personas con síndrome de Down siempre conservan una sonrisa a punto, para regalar y compartir. Se intenta demostrar la simplicidad de conseguir la felicidad, de ver las cosas a partir de otra perspectiva, de valorarlo todo más minuciosamente. Se intenta acercar la sociedad al mundo de la discapacidad y, sobre todo, se intenta demostrar que podemos ser, y que de hecho somos, más afortunados de lo que nos pensamos. La autora afirma que su trabajo le ha enseñado que la felicidad no está en saber sonreír, sino en saber compartirla.
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