Los procesos de toma de tierras en Solano (1981) y La Matanza (1986) alentados por Comunidades Eclesiales de Base suelen pensarse como modos �novedosos� de movilización territorial. En este artículo analizaremos las huellas de estos procesos en la constitución de asentamientos José Luis Cabezas, en el que participaron antiguos �tomadores/as� de Matanza y el 8 de mayo en el que los vínculos históricos con aquellos procesos son menos ostensibles. Considerando la construcción política de la subjetividad, nuestra hipótesis es que en la articulación de la experiencia se redefinen los márgenes de lo justo y lo posible en un determinado territorio.
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