Los humanos somos seres cuyo desarrollo integral podría evaluarse en función de sus dependencias, comenzando por aceptar que nuestro crecimiento implica partir de un estado de dependencia total, como el recién nacido y el bebé, hasta alcanzar una independencia socialmente aceptable. De esta forma podemos hablar de un primer desprendimiento de orden físico, ligado todavía a una dependencia afectiva familiar, y otra al entorno social, más de tipo intelectual que afectivo, con lo que, finalmente, se completa la emancipación, la liberación intelectual y afectiva de la persona.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados