Francisco Javier Capó Parrilla
La Unión Monetaria Europea (UME) supone un acontecimiento sin precedente histórico, no sólo por la importancia y dimensión de los países implicados sino, especialmente, por suponer una integración monetaria sin unión política. La UME supondrá una referencia para otros bloques geoeconómicos, al igual que la CEE ha servido de modelo para posteriores integraciones comerciales. Por todo ello, es necesario plantearse las repercusiones de la UME, concretamente los sacrificios que supondrá para los países que accedan a la moneda única el de enero de 1999. Desde la perspectiva del enfoque de Áreas Monetarias Óptimas el principal riesgo que conlleva la integración monetaria es la renuncia al tipo de cambio. Ello nos lleva a plantearnos en primer lugar la utilidad del tipo de cambio como instrumento estabilizador para afrontar posibles perturbaciones idiosincráticas y, en segundo lugar, la existencia en la UE de instrumentos de ajuste alternativos. Finalmente, la conclusión a la que llegamos es que la UE carece de instrumentos de estabilización para afrontar una perturbación de carácter asimétrico. La rigidez del mercado de trabajo europeo hace que la principal debilidad de la UME radique en la falta de un presupuesto centralizado con capacidad estabilizadora.
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