Francisco López Muñoz, Cecilio Alamo González, José A. Guerra Guirao, Pilar García García
Introducción. El descubrimiento y desarrollo de los denominados �agentes nerviosos� (sustancias neurotóxicas destinadas al arsenal bélico) tuvieron lugar en la Alemania del Tercer Reich, gracias, en gran medida, al enorme desarrollo de la farmacología en este país, tanto en el ámbito académico como industrial. Asimismo, la organización por parte de los sucesivos gobiernos nacionalsocialistas de una red colaborativa entre el estamento académico, la industria química y los responsables militares favoreció esta línea de investigación. Desarrollo. En la incorporación del primer agente neurotóxico a la categoría de �arma de guerra química� influyó decisivamente el azar. En el marco de investigaciones sobre pesticidas e insecticidas de naturaleza organofosforada, Gerhard Schrader, químico de la compañía I.G. Farben, sintetizó el tabún (etil-N,N-dimetil-fosforamidocianidato), y una contaminación accidental del personal del laboratorio con esta sustancia puso de manifiesto su potencialidad tóxica. Este mismo grupo sintetizó posteriormente otra sustancia dotada de las mismas propiedades, el sarín (isopropil-metil-fosfonofluoridato). Ambos agentes fueron estudiados como armas químicas por Wolfgang Wirth. Simultáneamente, el grupo liderado por Richard Kuhn, premio Nobel de Química en 1938, sintetizó el pinacolil-metil-fosfonofluoridato, conocido como somán. Conclusión. Los estudios farmacológicos confirmaron que el mecanismo de acción neurotóxico de estas sustancias era la inhibición irreversible de la enzima acetilcolinesterasa, responsable de la metabolización de la acetilcolina, y que el exceso de este neurotransmisor ocasionaba una sobreestimulación continuada de los receptores colinérgicos (nicotínicos y muscarínicos), responsable de la aparición del amplio espectro de síntomas de intoxicación y de su rápido efecto letal.
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