Diversos analistas pensaron que, con la alternancia en el poder en México, la sociedad civil comenzaría a organizarse y expresarse de manera más autónoma respecto del Estado. Se creía, además, que el primer gobierno federal de oposición iba a cambiar su actitud hacia las organizaciones corporativas sobre las cuales se había basado el régimen priista. No obstante, ninguna de estas dos premisas resultó ser cierta. El autor explica el porqué, comparando la transición mexicana con otras en las que los dirigentes también lograron controlar las transformaciones políticas y canalizarlas por la vía electoral, y contrastando la situación de nuestro país con las democratizaciones en las cuales la sociedad civil condujo el proceso.
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