Tierra fronteriza y de paso, jalonada por un rico rosario de enclaves crecidos a la sombra de las peregrinaciones jacobeas, Navarra siempre fue receptiva a las nuevas formas y estilos constructivos llegados del exterior. Durante la segunda década del siglo XX, el genio de Víctor Eusa impulsó la arquitectura navarra a una de sus mayores cotas de creatividad. Con posterioridad, autores de la talla de Moneo, Mangado o Vicens la han mantenido en vanguardia del buen hacer arquitectónico.
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