Para poder hablar de defensores del niño era necesario pasar por dos declaraciones que sólo consignaban derechos sociales, era necesario el convencimiento de que los niños tienen competencias, que son capaces de participar; debía cambiarse el concepto de protección; tenía que pasarse de la compasión y el amor al respeto. La década de los setenta terminó con la proclamación, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 1979 como Año Internacional del Niño. Fue un vehículo excepcional para colocar los derechos humanos del niño en el orden del día internacional. El artículo es una detallada crónica de un logro de largo y difícil recorrido.
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