Durante los últimos meses, diversas voces han llamado al boicot de los juegos olímpicos de Pekín. El motivo: la difícil conviencia del régimen chino con los derechos humanos, sobre todo a raíz de los sucesos del Tíbet. Pero no es la primera vez que se intenta boicotear una gran cita olímpica ni tampoco es novedoso que un régimen autoritario pretenda convertir un evento deportivo en una plataforma para la propaganda. En Berlín 1936 la situación fue muy semejante.
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