El giro lingüístico o textualista, la hermenéutica, el subjetivismo, la ira contra la razón y la ciencia, la exaltación del relativismo, el irracionalismo, etc. son rasgos distintivos del interpretativismo posmoderno. Aunque el fenómeno posmoderno es inherentemente complejo, una aproximación epistemológica y político-histórica revela, y explica parcialmente, ciertas vinculaciones no aparentes entre su obsesión por el texto, el rechazo de la ciencia y su política de inspiración (pseudo) progresista. Sus efectos intelectuales y políticos son profundos y en muchos sentidos nocivos para la disciplina social (especialmente para la antropología), pues una pujante moda nihilista sólo puede acabar en completa esterilidad. El autor, tras señalar algunos efectos delusorios del posmodernismo radical, reclama un apremiante regreso a los debates racionales que han caracterizado a las ciencias sociales durante décadas.
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