En 1816, dos años después de finalizar la Guerra de la Independencia, dos artistas residentes en Roma, Francisco Pomares y Bartolomeo Pinelli, elaboraron una colección de estampas que dedicaron a Pío VII. La construcción visual posee gran interés ideológico, ya que los artistas recurren a la representación peninsular como elemento central de su obra. La preocupación por una cartografia fiel y científica del territorio fue uno de los ejes fundamentales de la identificación de los ciudadanos con la nación, un espacio que se delimita rigurosamente, en el que se habita, al que se pertenece, por el que se batalla y se muere.
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