El uso de opiáceos ha variado a lo largo del siglo XX con diferente consideración hacia las mujeres consumidoras de estas sustancias. Desde primeros de siglo hasta mediados de la década de los setenta, el uso de opiáceos hacía referencia al consumo de morfina, con mayor representación de las mujeres en los censos y los registros existentes. Se trotaba de un uso iatrogénico que devenía en hábito como automedicación, en donde las mujeres eran consideradas como enfermas. Sin embargo, a partir de la década de los años setenta este contexto de uso terapéutico daría el relevo o un consumo lúdico y recreativo, cuya sustancia de consumo será la heroína, sin antecedentes sociales de su uso en décadas anteriores. Lo representación femenino en esto sustancia será muy inferior a la de la morfina y cuyo imagen social paro las mujeres ha sido muy peyorativa.
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