El artículo sostiene que el grupo terapéutico hace presente de forma viva y actual al grupo familiar primario en el que tantas de nuestras maneras de sentir, pensar y actuar cobraron forma. El grupo, además, crea un espacio vital en el que es posible aprender de formo privilegiada y es un lugar privilegiado en el que se pueden lograr experiencias de especial calidad en el contacto cercano con los demás, que son, experiencias de maduración. El grupo creo referencias más universales y proporciona la ocasión para lograr identificaciones positivas. El autor desarrolla la idea de que la evolución crucial del grupo como instrumento terapéutico es la que va desde hacer terapia individual en grupo, o realizar terapia de grupo.
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